A veces, y muchas

A veces te llega a buscar, otras tienes que ir y tocar a su puerta, si es que tiene.
A veces tienes que escribirle, aunque no te lea. Otras leerlo, aunque no escriba para ti.
A veces simplemente lo esperas, como esperarías a alguien que hace tiempo se fue, pero no dijo cuándo volvería.

A veces la lluvia lo trae a tu memoria, muchas otras está en las viejas fotografías que aún ves por ahí.
¿Qué serías sin el? Te preguntas, y ni lo tienes cerca. Pero, ¿qué seríamos si no existiera, aunque nunca se nos haya cruzado?

Nunca se sabe de qué color será, el olor que tendrá, la forma que tendrá de vernos.
No tienes certeza de la edad que tendrás cuando te toque escribirle una carta, o una canción.
En pocas palabras no sabemos nada, pero esa ignorancia nos ilusiona, y vamos por ahí como locos, tocando, escribiendo, silbando, tropezando, quizá en una de esas, o quizá no.

Y seguimos  y nos gusta. Y seguimos preguntando, y nos damos cuenta que hay otros que lo conocieron, pero les duró poco, y ahora están más perdidos.

Y justo ahí, nos damos cuenta de la verdad, de la única verdad.

Al amor hay que inventarlo, dibujarlo, colorearlo, romperlo y volverlo a armar. Porque para querer de verdad, sólo bastan dos que buscan, y más importante aún: se dejan encontrar.