Confesión sin número:
Podría escribir muchas cosas malas sobre mí y siempre vendrían acompañadas de cosas buenas; porque me he equivocado tantas veces como he acertado. Me he caído y me he levantado, me he raspado y me he curado. 
Soy más práctica que dramática.
Soy un paquete de basura surrealista, el banco del parque que siempre está mojado; la voz jovial de un anciano. 
Soy tan imperfecta y tan yo, que entenderte no se me hace difícil, saborear tus ideas para mí es un placer y haberte conocido aunque sólo te haya visto por un segundo, ya es un momento mágico.
Podría escribir que tal vez debería de volverme mala y darlo todo con miedo, como quien se guarda lo mejor para sí. Pero no. Me gusta ser como soy; si he de comprender, comprendo… No es lo mismo tener que dar, a dar por querer y no es lo mismo necesitar a procurar. 
Sí, así soy. Y ésto solo es el inicio, podría escribir muchas cosas más; pero me conocerías bastante antes de haberme abrazado y aún así, en el acto cálido del cariño compartido, pensarías que no me conoces y te sorprenderías tanto que correr será una opción tan válida como quedarte y platicar…