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Me enseñó mi abuela que habíamos de respetar el mar
pero nunca tenerle miedo

también que la magia no era sólo prestidigitación


que la magia era ayudar a mis hermanos a salir de problemas o en el mejor de los casos


evitar que se metieran en ellos


me enseñó que la fe no sólo se practicaba en las iglesias


que la fe a veces era tan sencilla como esperar la calificación de un examen


o la respuesta de mis papás cuando pedía permiso para quedarme a dormir con ella.
Aprendí de ella, que el amor no sólo era una palabra que teníamos que repetir todos los días hasta 

que perdía sentido


que era un acción, como ver a los ojos a mi hermano pequeño y sentir que haría lo que fuera para cuidarlo y 

nunca verlo llorar

me enseñó que la luz no solo viene del sol o de alguna lámpara contra la que chocan las polillas cada noche

que la luz era darle la mano a alguien que estaba en el piso y ayudarle a levantarse
Mi abuela no me enseñó a ser mujer

me enseñó a ser humana.