...

Si me pongo a pensar en qué es lo que nunca me gustaría que dijeran de mí, sería: “Era una buena chica”. Es cierto que hay mil cosas peores que pueden decir sobre ti, pero todo lo puedo soportar. “Buena”, en mi opinión, es una palabra pasiva. Además, no es una virtud, es demasiado frecuente y simple. Es la no confrontación, el rasgo atribuido a todos aquellos de los que no se sabe qué más fue. Por ejemplo, ¿qué decimos de las personas que fallecen y no conocíamos más que de vista? «Era tan bueno». Igual se puede decir de alguien que fue un asesino o un ladrón, pero por compasión a su madre y familia se lo designamos. 

Preferiría que se dijera de mí que enfrente los obstáculos de la mejor manera que me fue posible, que tuve fracasos en muchas cosas pero que al menos lo intenté, que fui valiente aunque me equivoqué, que estaba loca, que contara cosas graciosas que dije o hice, que recordaran un detalle que tuve con ellos. No me importaría que se dijera que fui mala, porque significa que también fui una incomprendida, que al menos llamé un poco la atención y significa que algo de lo que hice les quedó tan grabado que nunca me lo perdonaron.

No se trata nada más de dejar una huella, se trata sobre identidad. Quiero saber quién soy y si -eso que considero ser- es lo que proyecto a los demás. Así que si alguien me dice “buena” en mi funeral, por favor, díganle a ese desconocido que deje de tomarse el café y comerse las galletitas y vaya a darle condolencias -de mi parte- a su madre.